lunes, 26 de abril de 2010

vida devocional familiar

No hay duda de que Dios quiere que el papá y la mamá sean maestros de la Palabra de Dios a cada uno de sus hijos. Pero la pregunta es: ¿Cómo hemos de enseñar correctamente la verdad? Especialmente si tú no fuiste enseñado bien por tus padres, podrás tener esta clase de preguntas y hasta dudar que seas capaz de hacerlo bien.

Déjenme compartir unos principios. He aprendido de buenos maestros que la Palabra de Dios se enseña bien cuando ilustramos verdades con cosas de la vida común, sacando aplicaciones prácticas y factibles para mostrar cómo podemos obedecer la Palabra de Dios en la vida cotidiana. Para ilustrar verdades espirituales hay que pensar en cómo los niños entienden las cosas. No piensan con ideas abstractas sino en cosas absolutas o por lo menos imaginables. ¿Cómo enseñó Jesús muchas de Sus verdades? Con parábolas, historias, ejemplos de la agricultura o el hogar, etc. Cada verdad ilustrada así o con un dibujo de objeto real impacta mucho mejor que las no ilustradas y quedan grabadas en la memoria por mucho tiempo.

Por ejemplo, para enseñar que aprendemos a conocer a Dios por medio de la Biblia y la oración, podemos usar el ejemplo de las dos piernas. Pongan nombres a cada pierna: Pedro y Pablo. Díganles que traten de andar con sólo Pedro. Luego con sólo Pablo. Luego que con Pedro y Pablo caminen, corran, brinquen, bailen. Enseñar realidades espirituales con realidades materiales abre su entendimiento. Después de hablar de un tema, los niños y/o los padres pueden hacer un pequeño drama en que actúen lo que han aprendido. Piensen en las cosas más sencillas para ilustrar la verdad. Abundan este tipo de enseñanzas que pueden ser comunicadas visualmente.

Para hacer aplicaciones, es necesario ponernos en el mundo de nuestros niños: sus problemas, necesidades, sueños, temores. De hecho, nunca debemos tratar de enseñar verdades que no son aplicables a los hijos. Historias reales pueden ser usadas para mostrar cómo otros han entendido y practicado esa verdad, o tal vez lo opuesto, como no entendieron ni obedecieron a Dios en circunstancias parecidas. Hacer preguntas de aplicación ayuda a los niños a sacar una aplicación. Afírmenlos en su participación y no permitan que sean ridiculizados por los hermanos.

A mí me gustaba usar historias de personajes bíblicos para enseñar a los hijos a no mentir, no pelear con un hermano, no tener miedo, buscar dirección de Dios, cómo perdonar a otros o cómo ayudar a los que tienen necesidades. Después de leerles la historia particular, les daba hojas y plumones y ellos dibujaban alguna escena o aspecto de la historia que les gustaba, y luego explicaba su dibujo a los demás. Estas verdades se quedarán en sus mentes. Hay Biblias para Niños en que pueden ver las láminas mientras uno les lee la historia. Abundan los buenos libros ilustrados y vídeos para todas las edades que enseñan las lecciones espirituales.

Una palabra de precaución: cuidado con el uso de términos o conceptos no cristianos, por ejemplo, duendes, hadas, monstruos, etc. Los más pequeños creerán que son ciertos. Sólo les confunden acerca de lo que es real. Más tarde tendrán que aceptar como reales unas verdades invisibles. Necesitan saber que cuando enseñamos algo que no pueden ver, es una realidad, no una ficción.

Recomiendo que los padres juntos formen una lista de temas que quieren enseñar y que juntos preparen las lecciones con la ayuda del Espíritu de Dios. La salvación, el perdón, la amistad y paz con Dios, lo bueno y lo malo, la ley de Dios, vida eterna, y la tentación requieren muchas explicaciones. No es tan difícil cuando confíen en Dios y lo hacen con verdadero entusiasmo.

¿Dónde y cuándo? Son preguntas que cada familia tendrá que contestar de acuerdo con sus posibilidades, horarios, facilidades y las edades de los hijos. No debe ser un tiempo muy formal ni un compromiso legalista y seco. Los tiempos familiares deben ser flexibles, a veces más diversión que enseñanza y otras veces más enseñanza que diversión. La sala puede servir para ciertas actividades y la recámara de los papás para otras. No todos los días ni las semanas son iguales. A veces hay muchas tareas escolares. A veces los niños están enfermos o cansados. Lo mejor que podemos hacer es platicar un poco con ellos y orar para que Dios les ayude a sentirse mejor. Si hay problemas entre miembros de la familia, éstos necesitan ser atendidos primero. Busquen variar este tiempo de acuerdo con las circunstancias. Sean flexibles.

Una palabra sobre los niños pequeños. Con los primeros hay que empezar suavemente, dándoles mucha atención y amor para establecer primero la relación de padre-hijo y no sólo otro compañero de juego grandotote. Tomen tiempo para leerles libros y contarles historias. Desde esta plataforma es más fácil introducir las cosas espirituales. Ya cuando tienen hermanitos, éstos les van a imitar y es asombroso cómo aprenden a conocer a Dios.

Mis amigos, hay muchas excusas por no hacer esta labor pero recuerden las razones que Dios nos da para hacerla. Seamos fieles y confiemos en Su poder para cumplir la meta.

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