sábado, 1 de mayo de 2010

conclusion

Hacer lo mejor por nuestros hijos es una decisión que conlleva un compromiso de muchos años. Para cumplir con este compromiso debemos sacrificar, muchas veces, nuestro tiempo personal, nuestras salidas de placer, nuestras aspiraciones a un trabajo remunerativo en una empresa, y a ratos nuestra paz interior pues educar a uno o varios niños en verdad pone a prueba la paciencia y amor de los padres. La decisión más fácil es la de tomar horas libres para dedicarnos a nuestras cosas. Reflexiona: ¿Es justo y vale la pena sacrificar el buen futuro de tus hijos por unas horas de tranquilidad o por un salario extra que te permita obtener esas comodidades o pequeños lujos materiales que tanto codicias?

Ni es justo ni vale la pena. Lo que sí vale la pena es tu esfuerzo y sacrificio. Estos se verán recompensados al mirar a nuestros hijos inclinarse con deleite hablando en oración a Dios, escuchando sus sinceras y prontas disculpas cuando se equivocan, mostrándose sorprendidos al escuchar palabras groseras, recordándonos con interés y aprehensión algo que se nos pasó por alto de nuestros deberes para con Dios.

Unámonos todos en ruego al Señor pidiendo nos de Su Sabiduría (Prov.8:32-35) para entender Su voluntad, y fortaleza para cumplirla. Pidámosle nos de paciencia y amor genuino para, no mirando ni las 'necesidades' económicas ni el sacrificio personal, (el cual es muy pequeño si lo comparamos a Prov.31), tomemos en nuestras manos la educación de nuestros hijos. (Sal.127:3)

1 comentario:

danned dijo...

Este blog es muy valioso y viene de corazón. Gracias hermana por compartir tus experiencias! Sigue con este blog, tu hija crece y vendran nuevas etapas. Quiero seguir aprendiendo de tus experiencias!