lunes, 26 de abril de 2010

dramatización bíblica infantil

Una de las tareas más importantes de los padres de familia es enseñar las Escrituras a sus hijos y nietos (Deu. 4:9). ¿Cómo? Hay libros de historias bíblicas hechos para niños que podemos leerles o leer juntos en un tiempo devocional familiar. Resultan ser muy amenos y fáciles. Pero quiero sugerirles una forma aún más interesante que involucra no sólo la mente del niño sino sus emociones y quizás su voluntad. Esto, mis amigos, es el verdadero propósito del tiempo devocional familiar. Este método es la dramatización de las historias bíblicas.

La Biblia está llena de historias, pues, es en sí una historia continua desde la Creación hasta los eventos de los Ultimos Tiempos. Hay mucho diálogo escrito que podemos repartir entre los miembros de la familia para actuar juntos la historia. Además, hay “diálogos no escritos” que uno puede imaginar sin cambiar en nada la historia sino más bien enriquecerla para el entendimiento mejor y la obediencia nuestra.

Las ventajas de la dramatización de las Escrituras son:

Mejor entendimiento, especialmente para los niños
Mejor recuerdo del diálogo y sus lecciones
Es un estímulo para estudiar la Biblia.
Puede producir muchos cambios en nuestras vidas.

¿Cómo se hace? Alguien (o quizá dos personas) tiene que tomar el tiempo para ser el director y dramaturgo oficial de la obra. Puede ser uno o los dos padres o uno de los hijos mayores. Su tarea es escribir y repartir el guión de caracteres principales como de otros personajes y sus intervenciones. Puede hacerse en una sola hoja con copia para cada participante con sus diálogos y acciones subrayados con marcador de color. Luego, después de una explicación general a todos, hacer una lectura de familiarización. Después, una dramatización con todos haciendo su papel.

No es un teatro público. Es la familia en su propia sala actuando para sí mismos las historias bíblicas. Con la práctica, tal vez una vez a la semana, llega a ser un tiempo bien divertido y provechoso para todos.

Tengo que confesar que es una idea que me vino demasiado tarde para practicar con mi propia familia, pero casi puedo ver a mis nietos actuando la historia de David y Goliat, o de Sansón y Delila, o Jacobo engañando a su padre Isaac. De veras, me hubiera gustado haberlo hecho con mis hijos hace 30-35 años. Creo que podría ser una experiencia muy enriquecedora para familias cristianas hacer algo así de vez en cuando.

¿Te parece imposible para tu familia? Pruébalo una vez, de sorpresa, para ver si les gusta y se les sirve de veras. Estoy seguro de que el mejor aprendizaje es la participación, así que cualquier método de dramatizar las historias sería mejor que sólo leer y esperar que oigan, entiendan algo y que lo quieran aplicar a sus vidas diarias.

Dejénme ilustrarlo: Abraham camina por el campo un día.
La voz de Dios: “Abraham, quiero que me hagas una cosita.”

Abraham contesta: “A Sus órdenes, Señor mío.”
Dios: “Quiero que me ofrezcas a tu hijo único, el que te prometí, y esperaste 25 años para recibir. Ofrézcalo en un monte especial lejos de aquí como una ofrenda totalmente quemada en el fuego.”

Abraham cae de espaldas y dice: “Qué…qué…qué dijiste? No oí bien.”

Dios: “Sí, me oíste bien. Quiero que me ofrezcas a tu único hijo y heredero de todas tus promesas y esperanzas como un sacrificio quemado sobre un altar en un lugar lejos que yo te mostraré. Nada más.”

Abraham: “Pero, Dios, esto es lo que hacen los paganos a sus ídolos. Nunca pediste algo así a ninguno de mis padres. No puede ser.”

Dios: “Pero así es, mi amigo. Mi orden es que lo hagas para mí.”

Abraham duerme muy molesto. Se levanta temprano y sale con su hijo Isaac, llevando leña en burros. Caminan tres días. Dios le muestra el monte. Abraham deja los burros, carga la leña en la espalda de Isaac, toma su cuchillo y el fuego, y suben al monte.

Isaac pregunta: “Papi, aquí tienes leña, fuego y cuchillo, pero ¿dónde está el animal para el sacrificio?”

Abraham: “Dios va a proveer Su sacrificio, mi hijo.”

Caminan hasta la cumbre, hacen un altar de piedras, y Abraham amarra a Isaac con sogas y lo acuesta sobre el altar. Llorando, Abraham levanta el cuchillo y está a punto de matar a Isaac cuando--

El Angel del Señor dice: “No lo hagas, Abraham. Ahora sé que me amas porque no me has negado tu propio hijo. No entiendes lo que acabas de hacer, pero algún día lo entenderás. Tú pasaste la gran prueba de la obediencia. Ahora, desamarra a tu hijo Isaac y ofrece el cordero que está enredado en aquel matorral.”

Abraham desamarra a Isaac y lo abraza, diciendo: “Gracias, Dios. Dos veces me lo has dado y todas tus promesas van a ser cumplidas por medio de él y sus hijos.”

Así termina la obrita, tal vez con una exposición de cómo Dios sí dio a Su Hijo Jesucristo para morir en la cruz por nuestros pecados porque nos amó tanto. Esta es la prueba más grande de amor que Dios pudo darnos, pues, un padre moriría por su hijo pero no le pediría morir por servirle a él. Dios dio Su Hijo Unico para salvarnos porque era la única forma de librarnos de la muerte eterna por haber sido desobedientes a Sus mandamientos.

¿Qué te parece, amigo? ¿Te parece mucho trabajo y mucha preparación para una lección tan corta? Recuerda: la participación en la Historia Divina es la mejor manera de aprender algo para nuestra vida. ¡Vale la pena!

Amigos, vivimos en tiempos cuando la mayoría de la enseñanza es con medios visuales – cine, T.C., computadores. Los niños no aprenden bien con sólo oír. Me parece que tenemos que ser más creativos y mucho más visuales para enseñar la Palabra de Dios.

No hay comentarios: